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Mi paso por el Loreto

Después de dejar mi etapa de preescolar y de mudarme a otro barrio, entré en el Colegio Nuestra Señora de Loreto. Si contamos desde Primero de EGB hasta COU -más dos años de "Bonus Track"-, pasaron la friolera de trece años. Tiempo más que de sobra para experimentar sensaciones, hacer amigos, enemigos, crecer, madurar...

En septiembre de 1981 comencé a estudiar Educación General Básica (EGB); lo que ahora es Educación Primaria. Mi primera "seño" fue María Jesús Fernández de la Puente, que continuó siendo la profesora del grupo en segundo curso.

Con ocho años comenzaba entonces el "segundo ciclo" de la Primera Etapa de EGB. Mi profesora de tercero fue Francisca Gómez-Coronado, "Paquita" para sus alumnos. En cuarto me tocó con la incompetente "Portaaviones", desgracia de funcionaria del Ministerio de Educación y de los alumnos que tuvimos la mala suerte de caer en sus manos. Un año después y gracias entre otras cosas a una metedura de pata de la susodicha pasé a quinto curso con María Isabel del Lamo. Pero la cagada ya estaba hecha y me quedé descolgado un añito, entrando en el grupo de Juan Jiménez. En cuarto y en quinto mis profesoras de inglés fueron Juana María Cruz y María Jesús Lasheras (la "Teacher").

El cambio me fue para bastante bien. Al contrario de lo que les ocurre a muchos, a mí el hecho de repetir curso me vino tan bien que siempre me he alegrado de ello (a pesar de ser el primer grupo que llevaba uniforme en el Loreto).

Llegaba la Segunda etapa de la EGB. Más profesores, nueva planta de aulas y la idea de que aquello iba a cambiar bastante camino de la recta final de la Básica. Y todo al final para sacar un Notable en el Graduado Escolar y la apertura por tanto de las puertas al BUP, el antiguo Bachillerato de hoy día.

Pero las cosas no iban a ser tan de color de rosa como en la segunda etapa de EGB. BUP significaba pasar de la preadolescencia a la adolescencia de lleno, de llevar uniforme a no llevarlo, de empezar a salir por las noches, de rebelarte con el mundo, de dejar de ser el delegado sempiterno, de pasar de ser el mayor de los pequeños al pequeño de los mayores, de ir en el 21 en vez de en la ruta y, sobre todo, de empezar las clases a las 8 y media de la mañana en la última planta.

Ya en primero, aún con la constante espada de Damocles de la dichosa nota de corte de la carrera encima, el globo comenzó a desinflarse.

Así que en segundo repetimos la cagada (el hombre es el animal que tropieza dos veces sobre la misma piedra) y me quedé otro año más descolgado. Eso es amor por el colegio.

Llegaba el final del camino loretano. El último capítulo se llamó Curso de Orientación Universitaria (COU), un año de presión antes de pasar por la criba de la Selectividad. Yo elegí la opción C, letras mixtas. Ya sabía hacia dónde quería encaminarme en el futuro.

Y así, en junio de 1995, coincidiendo con el 25 aniversario del colegio, salí por la puerta camino de la Selectividad para después tratar de entrar en la carrera.

Vano esfuerzo con respecto a una universidad pública. La nota de corte para entrar en periodismo en la Complu aquel año fue de 6,6 y de 6,8 para comunicación audiovisual. Tras tres días de exámenes el resultado fue un 6,27, o lo que es lo mismo, adiós universidad pública. Nuevo cambio de planes. Junto con el loco de Jaime, que "me había esperado" un año, me metí el curso siguiente a estudiar periodismo en la Universidad Antonio de Nebrija, privada como ella sola.

Atrás quedaron trece años llenos de recreos, de juegos en el molino, de partidos en el poli, de escapadas al pueblo, de excursiones como la Semana Verde o el viaje de tercero (que yo hice en el segundo segundo poniéndome a medio claustro en contra), de huevos al nido, de bedeles, de pases de modelos y diaporamas en el salón de actos, de Horas 30, de cocidos los jueves, de mayores abusones, de días del Loreto, de cursos de socorrismo, de preguntas de Vinuesa...

El balance final no puede ser de ninguna manera negativo. Al contrario. Cada año el claustro de profesores y el APA otorgaban un diploma al alumno más valorado que los compañeros elegían en una votación. A mí me lo dieron cuatro veces; en 6º, 7º, 8º de EGB y en COU. Con cosas así no se puede tener ningún sabor amargo. Por algo sería...

Los ex alumnos de aquella hornada nos hemos reunido varias veces a cenar para "reencontrarnos". A la espera de que Úrsula vuelva a convocarnos.

 
   
Sergio Mena Muñoz Licencia Creative Commons ¡CSS Válido!¡CSS Válido!